Entre redondeces y turbantes

Por: María Elvira Bonilla
DOS MUJERES APARECEN EN VARIAS de las listas de los antipersonajes del año: Piedad Córdoba y Yidis Medina. Las han caricaturizado, las han estigmatizado, señalado, se han mofado de ellas; las tomas de televisión les buscan el peor ángulo, aparecen dibujadas o fotografiadas entre sus redondeces o coloridos turbantes, para alimentar un rechazo social. La ligereza e imprudencia verbal que las caracteriza las convierte en fácil blanco de la prensa y los periodistas, terminando en ocasiones como víctimas de sus propias palabras.

Contrario a la percepción general, estas dos mujeres tienen elementos admirables. Son valientes, directas, frenteras. Se han atrevido a hacer algo que no se perdona fácilmente en Colombia: desafiar el poder presidencial y al círculo de los incondicionales e intocables de la Casa de Nariño. Su atrevimiento ha llevado a que hasta el aparato judicial reaccione, intentando acorralarlas.

Justicia lerda para actuar frente a casos afrentosos de asesinatos o de corrupción, pero acuciosa a la hora de intentar judicializar a Piedad Córdoba por sus relaciones con las Farc que nacen de una autorización expresa del presidente Uribe para trabajar una propuesta de acuerdo humanitario. Contactos que permitieron las primeras liberaciones de secuestrados a comienzos de este año que agoniza. Sin su tenacidad y persistencia, Clara Rojas y el primer grupo de secuestrados no habrían celebrado estas navidades en familia. Se le intenta cobrar su cercanía con los presidentes Chávez y Correa, y con congresistas demócratas norteamericanos defensores de derechos humanos, en un triste comportamiento del poder que se empecina en alimentar una dinámica de satanización de sus oponentes, con la peligrosa y antidemocrática pretensión de dividir a los colombianos entre buenos y malos en la que los malos son quienes no acompañen al Presidente en todas sus actuaciones.

Yidis Medina, una desconocida y gris parlamentaria hasta el día en que, siguiendo una costumbre del mundo político, se decidió a valorizar su voto, definitivo junto al de Teodolindo Avendaño, para la aprobación en la Cámara de la reelección presidencial. “Mija querida, ayúdame, necesito ser nuevamente presidente. Ayúdeme que yo le ayudo a usted”, fueron las palabras de la magia reeleccionista. Votación reeleccionista que tiene al ex ministro Sabas Pretelt, al ministro Diego Palacios y a varios funcionarios del Palacio de Nariño en aprietos judiciales, enfrentando una posible acusación por el mismo delito que tiene a Yidis detenida: el de cohecho. Las declaraciones de Yidis Medina, aunque tardías, permitieron ilustrar con claridad la perversa y criminal relación del tome y dame, entre los poderes Ejecutivo y Legislativo. Yidis, la tan odiada, desnudó la demagógica palabrería presidencial de lucha contra la politiquería. Le hizo ver al país con la fuerza de un testimonio que le costó su libertad, la manera torcida como se conforman las mayorías parlamentarias, la forma como opera la aplanadora oficialista para votar decisiones tan definitivas para la democracia como la de la reforma constitucional que autorizaba la reelección presidencial.

Antipersonajes de verdad son los militares protagonistas de los falsos positivos, responsables de la mayor vergüenza y del peor pecado mortal del año: los asesinatos a sangre fría de civiles por el Ejército, con el inconfesable propósito de sumar bajas e inventar logros. Impensable en el mundo civilizado y cuyos rostros aún permanecen ocultos.